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ANA MARIA WYNECKEN




He ocupado hasta ahora materiales nobles y naturales, principalmente el adobe que es una mezcla entre tierra, agua y paja. Este material, que es muy usado para  la  construcción de viviendas en el norte de mi país, se gesta a partir del origen del Hombre, su historia, su proceso. El adobe nace, vive y muere: como cuerpo físico. Se transforma según  su propio entorno     espacial. Se trata de esculturas vivas que a  veces  sustentan musgos, hierbas, flores; y otras;  arañas u otros tipos de insectos. A través de este concepto de arte efímero quiero  profundizar en aquella parte desconocida de sí mismos, contribuir a la pregunta, a la búsqueda, la evolución, proceso y desarrollo de cada ser humano en forma positiva. La desestructuración mental del individuo conlleva el cambio. La vida en eterna existencia y transformación es inherente al infinito. Lo efímero y lo eterno son indisolubles.

Esta forma de hacer arte es parte inevitable  de  mi proceso de desarrollo personal. A través de mis nacimientos y muertes me entrego a mi proceso creativo y sus insondables designios.

Ana María Wynecken

Circunstancia curiosa, en Chile la buena escultura suele provenir de manos femeninas. Rebecca Matte, en el pasado; después Marta Colvin y Lily Garafulic; Algunas escultoras menores de los 40 años de edad. Dentro de las representantes más jóvenes de este último grupo, tenemos unas pocas que han optado, respetando siempre los más exigentes cánones de factura, por los materiales naturales. Entre ellas, Ana María Wynecken y sus volúmenes en barro.

Las Construcciones suyas, con algo de minimalistas y profundo sentido ecológico, se hallan tratadas a través de un refinamiento formal que consigue tanto amansar los innatos grosores de textura del rústico barro empajado y la espontaneidad desafiante del pasto silvestre, como dotarlas de un irónico aire arquitectónico. Pero, a veces, la artista abandona la expresividad propiamente terrestre. Multiplica, entonces, sus formas, serializándolas según un orden decreciente que ondula las superficies y las conduce hacia una abstracción de ritmos armoniosos. En unos y otros casos, sin embargo, sabe obtener ella, del adobe y sus asociaciones con la flora vegetal, una muy eficaz poesía en honor de la tierra.
 Waldemar Sommer - Crítico de arte -

Santiago de Chile, 17 de Noviembre de 1994

 

Más Información de la artista: www.escaner.cl/escaner7/entrevista.htm